El mundo, se separa entre quienes un domingo de fresca y sol
al mediodía, añoran el asadito del viejo, o los ravioles de la mamma… Sí, es
una sobresimplificación del comer bonaerense y porteño, pero a mí, en alguna
medida me pasa eso. En mi familia nadie amasó pasta chuta, no había ollas
humeantes de tuco estofado los domingos al mediodía. Sí había asadito, ritual
del asadito de mi viejo, viviéramos o no juntos. Cuando era chica, mi viejo,
mientras hacía el asado, me cortaba la punta de la baguette y sacaba la miga en
forma de cucurucho, la mojaba en la tablita donde cortaba la carne y me daba
ese cucuruchito de juguito –de cocción del asado, es obvio lo que es, pero no
lo voy a decir porque le quita toda la mística ;)-, mientras en otras casas,
era la crosta del pan con una proporción específica de miga la que se mojaba en
la olla de salsa.
Mi vieja cocinaba y cocina como los dioses, es una gourmand
nata, le encanta deleitar y lo hace en el 99% de las veces, pero las pastas no
eran cuando yo era chica algo que le encantara cocinar –gustito que tomó luego
con los años, y hoy hace unos raviolones que son un es pec ta cu lo.
Volviendo a las salsas, no tengo un gusto adquirido por las
pastas. No es que no me gusten unos ravioles caseritos o unas pastas bien
hechas, pero no es lo que más me mueve el amperímetro. Además, las salsas, esos
tucos jodidamente gustosos, no son mi especialidad, cuando me salen, me salen
de carambola. Hay otras salsas que sí me salen muy bien y son muy ricas, pero
en general tienen crema, hongos, panceta… es decir, cosas gustosas de por sí.
Hacer un buen tuco es un oficio que aún no masterisé. Pero he
encontrado diferentes formas de comer una rica pasta y salir de un apuro al
mismo tiempo.
He aquí la receta de unas pastas express: Spaghetti a la putanesca.
La salsa de tomate con el tomate fresco, en una ciudad como
Buenos Aires, no siempre es la alternativa más recomendable. Los tomates no
siempre están a punto, maduros y sabrosos como tienen que estar para hacer
salsa. Si en buen tándem con la verdulera amiga, consiguen, al frente con
ellos, sólo hay que sacarles la piel.
Opciones para sacar la piel: se pueden pelar a cuchillo
afilado, como a una manzana, o remojándolos unos segundos en agua caliente, o
bien, los cuartitos sin semillas los pones en la sartén durante la cocción, tapándolos
un ratito, se depega la piel y la pelliscas con los dedos y sale-
Si no, para mí gusto la mejor opción que sigue es el tomate
triturado en botellas o lata, tenés que encontrar la marca con el grado de
acidez justo para tu paladar, pero a mí la Inca me gusta mucho y es súper útil.
Mirás la fecha de vencimiento y listo.
Esta salsa es rápida, tiene pocos ingredientes y por ende,
todo tiene que estar bueno, si no la arruinas.
Además del tomate necesitas: ajo, aceitunas o alcaparras –me
gusta más con alcaparras, pero va con las dos- aceite de oliva que sea bueno,
sal, pimienta y ají molido, peperonccino o algun picantito que te guste y anchoas
en aceite. La elección de los filetitos de anchoas es parecida a la de un buen
jamón crudo –que comparten el gusto por un buen curado y salado-. No compres
berreta, si son muy truchas tenés que usar más cantidad, no le aportan el gusto
pronunciado de un buen curado, y te pueden arruinar el plato. Las anchoas te
das cuenta que son buenas cuando las sacas y el filete está entero, tiene color
rosadito y no tiene espinas duras. Las probas una vez- se pueden ver por el
frasquito, pero es bien a prueba y error, cuando encontrás las que tienen tu
sabor preferido, te haces fan ;).
Las alcaparras y las anchoas, son esos grandes comodines que
uno tiene que tener en su despensa en casa, porque te sacan de apuros,
embellecen y destacan una preparación y son, como dice el Principito,
escenciales e invisibles a los ojos.
Mientras pones el agua para hacer los spaghetti de paquete –
a mi me gustan de los industriales los Lucchetti-, pones una sartén al fuego.
Allí pones: bastante ajo bien picadito (3 o 4 dientes), con los filetes de
anchoas picaditos también (dos por cada diente de ajo, aprox. No te preocupes
que no da gusto a salsa de pescado, ni ahí, confiá en mi). Todo eso en
abundante aceite de oliva. El ajo se va a cocer rápido y las anchoas se
desarman, y se hace como una salsita pastichenta. Ahí le pones unas cucharadas
de alcaparras o aceitunas, y toda la botella de salsa de tomate o dos latas, o
los tomates en cuartos que cuando los tapas les quitas la piel y los aplastas
con un pisapuré. La salsa tarda lo que tardan en hacerse los fideos, los colás,
y los pones en la sartén. Sartnealos para que estén todos cubiertos de salsa y
listo!!
Con un vinito tinto rico sale como piña. Yo los comí con un
Latitud 33 Malbec.
EXTRA: Pan francés, frotado con ajo y aceite de oliva,
cubierto de queso rallado, al honro 5 minutos, acompaña infinitamente bien esta
preparación.
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