Cae la tarde y caigo en la cuenta de cuán a full
empezó el año, reloaded. Las vacaciones quedaron atrás, tan atrás que ya ansío
las próximas… por suerte, existen los fines de semana largos y la perspectiva
de semana santa permite sublimar planes y planificaciones de descansos.
Pica el bagre, hay hambre, y empiezo a pensar la
cena. Aunque cocinar es una de las actividades más lúdicas y relajantes en mi
vida, no todos los platos son relajantes y aptos para ser encarados después de
días de largo trajinar.
Quiero algo rico, un mimazo de tardenoche… Algo que
no me caiga pesado, pero que sea suculento. Pienso en algo que no sea muy
complicado ni muy caro, que no tena mil y un pasos y que aún sea muy rico. Y en mi universo culinario, eso
puede ser una pascualina. Hay dos cosas
que tiene que tener una pascualina para que se pueda llamar así y que cumpla
con los requisitos anteriores: 1) mucho relleno con suficiente huevo duro para
que los comensales no nos ataquemos con los cubiertos, para empezar a hablar.
Y, 2) tan imprescindible como el primero y condición sine qua non, masa crocante.
Nada más triste que una tarta de verdura –me guardo el titulo de pascualina
para las que sí lo merecen- con masa blandita y pálida, que cuando la agarras
se dobla, casi como con ganas de suicidarse por lo triste de su existencia
culinaria.
Mucha gente hace pascualinas complejas, con varios
pasos de cocción que se unen hacia el final… Y si bien están buenas, requieren
un esfuerzo que no es exactamente lo que buscaba cuando se me ocurrió esta
forma de hacer pascualina, rica, rápida y barata!
Hay veces que hago la masa yo, pero hoy estoy
cansada, así que bajé al súper chino que está literalmente a 10 pasos de la
puerta de mi casa y compré una masa pre hecha. El dato en estos casos es que
tiene que ser la más barata: tiene más grasa que las otras y eso hace que quede
muy hojaldrada cuando la cocinas a fuego fuerte. El relleno tiene espinaca y/o
acelga (tres paquetes o cuatro por lo menos), un diente de ajo, una cebollita
de verdeo (parte verde solo), una tirita de morrón rojo, queso de rallar, sal,
pimienta y 6 huevos.
Para que el relleno no quede acuoso y verde pálido
como suele quedar cuando se hierve la verdura, lo cocino en una cacerola
pero sin agua. Lleno la olla, pongo la
tapa y recién ahí prendo el fuego fuerte. Se cocina por tres o cinco minutos desde
frío –depende del tamaño de la olla, yo uso una gigante, pero se puede hacer en
tandas- y tapado, la propia acelga o espinaca largan su agua y el vapor que se
forma los cocina re bien, sólo hay que revolver una o dos veces para que lo de
abajo quede arriba y viceversa. Cuando está lo pongo a escurrir en un colador
sobre la cacerola así larga todo el líquido que le queda. Mientras rallo el
queso – uno o dos puñaditos, depende de cuánto te guste-, corto la tirita de
morrón bien y la parte verde de una cebollita de verdeo bien finito –si no sos
un az con el cuchillo podes cortarlos con tijera y sale genial- y el diente de
ajo lo pongo rallado. Todo esto va así chiquitito porque sólo se cocina en el
horno y queremos que tenga gusto y no
sea muy fuerte. La masa ya está extendida en la tartera. Data para esto: dejala
afuera de la heladera para que sea maleable y no se rompa cuando tratás de que
llegue a los bordes. Cuando terminé de
hacer eso mezclo todo –la verdura la pico un poco para que se mezcle bien- y lo
esparzo y armo 6 huequitos en el relleno, donde pongo los huevos en crudo, se
van a cocinar perfecto en el tiempo que la tarta que está en el horno, te
ahorras hervirlos y quedan riquísimos. Todo condimentado con sal y pimienta
negra o verde, y un toque de ají molido. Tapas con la otra masa y al horno.
La última data es que el horno tiene que estar
caliente, posta caliente, porque si lo pones bajito ahí se te arruina la masa.
Eso va a dorar la masa rápido y hacer que se ponga hojaldrada. Cuando está dorada
está lista, pero hay que dejar enfriar 3 minutitos aprox. para que se corte
bien.
Que tul?
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