2 platos de pescado simples, ricos y pagables
De chica había un libro que me
fascinaba “la princesa gatito en gatolandia”. En realidad me fascinaba desde
antes de poder leerlo, el libro era de mi hermana mayor, ya por eso digno de
veneración, pero además tenía un formato de historieta por lo que ¡¡¡estaba
lleno de dibujitos de gatos!!! Recuerdo, particularmente, que el rey gato se
portaba muy mal, la princesa vivía retándolo, porque se daba atracones de
“cabecitas de pescado” que lo indigestaban. En casa esta el gato “Silvestre”,
que comparte el vicio del rey. ¿Qué será que hace que los gatitos domésticos pierdan todo decoro y lealtad ante
un pescado? No conozco otros animales tan poco afectos al agua y, sin embargo,
con tanta adoración por sus frutos. Si tan sólo este mismo esmero engullidor lo
pusieran en la masticación de ratas y pajaritos, a quienes suelen dejar a medio
morir como ofrenda. Claro, como los gatos de tontos no tienen nada, elijen
ofrendarnos ratas y cucarachas, y auto-adjudicarse nuestros pescados como
ofrendas hacia ellos, en fin… Se supone que los gatos comenzaron su simbiosis
con nosotras/os hace unos 9000 años, allá por el neolítico, cuando la humanidad
comienza a “domesticar” el mundo vegetal, se producen excedentes agrícolas y
los graneros comienzan a ser atacados por esos sobrevivientes eternos: los
roedores. Los gatitos, muy contentos, comenzaron a congraciarse con la
humanidad, comiéndose a ratas, ratones y otras alimañas, y, supongo yo,
recibiendo algunos otros premios comestibles y caricias. ¿Será que en ese
proceso el paladar se va refinando, y aun cuando las ratas siguen huyendo al
oler “gatunidad”, los gatos elijan no tragarlas? Y, ¿será el gusto por el
pescado del gato domestico herencia genética
de sus antepasados pescadores “de garra”? ¿O será un gusto adquirido al amparo
de la humanidad, seducida por estos bellos seres? Dificil saberlo, así que
mejor avancemos con algunas certezas, como que estos platos les van a parecer
muy fáciles y les van a gustar mucho.
Trucha a la plancha
Empiezo por lo más sencillo,
trucha a la plancha. Compre unas hermosas truchitas de Bariloche en la
pescadería del barrio y, a riesgo de ser atacada, ofrendé las cabecitas a las
bestias, mis gatos Silvestre y Juana. Yo las preparo súper rápido, y no fallan.
Además las truchitas patagónicas son
súper económicas (en relación a lo que cuesta el pescado en esta bendita
tierra, claro). Como adelante les saco la cabeza, en realidad lo mejor es
dejarla, pero entre nos me dan un poco de impresión los ojos “mirándome”, y
mantengo entretenidos a los gatos que, de otra forma no me dejarían cocinar. Para
mi al cocinar pescado, especialmente cuando tiene sabor definido pero delicado
como la trucha, hay que mantenerlo
simple, que sea su sabor lo que destaca, que el resto de ingredientes ayuden a
resaltarlo, y no opacarlo. Por ejemplo, nunca elegiría para pescados
condimentos tipo roquefort o mostaza, en cambio, en determinadas combinaciones,
pueden quedar muy bien las aceitunas o alcaparras. Bueno, volviendo, las
truchitas me gusta hacerlas sobre la plancha, bien caliente, pintada con un
poco de manteca, colocandolas sobre la piel. Mientras comienzan a cocinarse
coloco apenas una pizquita de manteca por arriba, y la froto con un diente de
ajo cortado a la mitad. Espolvoreo una pizca de sal, y cuando estoy a punto de
retirarla del fuego le agrego bastante pimienta negra recién molida. Para
acompañar lo mejor es hacer unas papas al natural, conviene elegir papas
pequeñas, o si son grandes cortarlas en dos o tres pedazos, y hervirlas en su
punto justo. A mi me gusta después ponerles por encima media cucharadita de
manteca, o un poco de queso crema, sal y perejil fresco recién picado. Para
acompañar también con algo más fresco lo que encuentro que mejor combina son
algunas hojas de rúcula, con unos “hilitos” de cebolla cruda y unas gotas de
aceite de oliva. Obviamente, con el plato ya en la mesa, hay que poner unos
gajitos de limón. Nada más simple, y a la vez más rico y con un toque de esa
sofisticación que da la cocina de “no todos los días”. Combinado con un vino blanco bien frio es
genial!
“Moqueca criolla”
Plato inspirado en la moqueca
brasilera, pero con lo que podemos encontrar en un país que sigue pensando lo
extranjero como exótico, y lo exótico como distinción…
Lo ideal es tener una buena olla
de barro, grande y amplia, en su defecto una de hierro, y si no la que haya con
hornalla en mínimo. Se usa corvina, robalo, pez espada, congrio…yo uso “cachetes”
de abadejo, pero la verdad es que últimamente están muy caros, y también puede
usarse algún otro pescado carnoso, compacto y más barato. Con 1 kilo de pescado
vamos a cocinar para unas 5 personas.
Después vamos a necesitar más o menos un kilo de tomate, medio de cebolla, 1 ají
rojo, uno verde y, porque no, uno amarillo! 2-3 dientes de ajo, bastante
cilantro, una botellita o latita o tetrabrik pequeño de leche de coco y si
consiguen o tienen, una cucharada colmada (o dos) de aceite de dendé. Sal,
pimienta…aji molido, o alguna pimienta picante…Y arroz hervido con un poco de
sal! Una de las precauciones a tomar al principio es agarrar uno de los
cachetes, cortarlo en dos, y dárselo a cada uno de los gatos. Como es un pedazo
más bien grande, y de carne compacta, los va a tener entretenidos un buen rato,
pudiendo una dedicarse a otros menesteres.
¿Cómo hacemos? Primero picamos
bien chiquito el tomate, la cebolla y los ajíes, y en la olla vamos haciendo
una capa de tomate, cebolla y ají, luego una capa de pescado, de nuevo los
vegetales, y así, hasta hacer tres o cuatro capas, de acuerdo a lo amplio de la
olla. Vamos a echar un chorrito de aceite, un poco de sal, y lo dejamos cocinar
muy lento, tapado, que vaya largando el agua, más o menos 40 minutos, para que
todo vaya tomando sabor. En realidad, la receta original indica que el aceite a
utilizar en la cocción es el de palma o dendé, pero queda muuuuy pesado. A mi
me resulta mejor hacerlo con aceite común, y agregar la cucharada de dendé al
final. Pueden optar por poner una parte del ajo picado y el cilantro durante la
cocción, o agregarlo todo junto al final, crudo. A mi me gusta más así, queda
más fresco. Pasado el tiempo destapamos sin apagar el fuego y agregamos el ajo
picado, la lecha de coco, apagamos el fuego, agregamos el aceite de dendé y el cilantro
bien picado. Podemos moler pimienta negra encima, o usar alguna pimienta
picante brasilera o la que tengamos! Si están a principio de mes y se quieren
jugar pueden comprar un puñado de camarones pelados, 200 gramos más o menos, y
los ponemos por encima de nuestra moquea cuando le agregamos el ajo y la lecha
de coco, y lo dejamos en fuego mínimo, y con la olla tapada, 3 minutitos más.
En un plato servimos una generosa
porción de arroz, y un cucharon del guiso por encima….es simplemente delicioso!
Acompañado de cerveza, o caipirinha!
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