miércoles, 6 de marzo de 2013

Cookies de domingo frío y lluvioso

El domingo a la tarde coronaba uno de esos fines de semana en los que tenía una larga lista de cosas y, en definitiva, ¡no hice ni una sola! Llego ese momento en que me sinceré con la fiaca, y decidí entregarme a mi pasatiempo favorito (y actividad más sistemática también): cocinar!

Pero, en verdad, para mi hay muchas formas de cocinar, esta mi cocina de todos los días, sin duda sabrosa, fresca, sana, pero con mucho más amor, “saber hacer” y rapidez que creatividad y dedicación. Esta también la cocina de agasajo, puede tomar tantas maneras diferentes como agasajados, y, para mi, es una cocina en donde no sólo persigo sabor, originalidad, sino también estética en la presentación (de esta gran piedra en mi zapato ya hablaremos en otra oportunidad!). Y, finalmente, esta la comida que yo quiero comer y me gusta a mi. Curiosamente (o no tanto, las lectoras me comprenderán) es este “cocinar” el que menos practico. Cocinarme no es simplemente hacer comida aún si estoy sola, esa comida entra en la primer categoría, cocinarME, así, con ME mayúscula, es una suerte de introspección, juntarme con mis ganas, con el sabor que se me hace en el fondo del paladar, con la elaboración o la simpleza que se me juega ese día…en fin, es compartir conmigo un poco de todos esos mimos que una reparte siempre por el mundo! Pero basta de chachara,  volvamos al domingo.

En fin, como decía, decidí que me iba a cocinar, y la verdad que me moría de ganas de algo dulce, pero rico y dulce en serio. Facturas o golosinas tenían varios problemas: el primero es que, para mí, no llegan a cumplir ese “ricor” del que precisaba esa tarde, pero además había que salir de casa, y finalmente (se que es un error confesar esto en estos tiempos de fingido hedonismo que nos caracteriza) a veces me da mucha bronca meterme tooooodas esas calorías por algo que no me conmueve. Pero además de todo esto, cuando de dulce se trata, he encontrado que nadie me conoce mejor que mi propia mano. Me decidí por algo sencillo pero que, bien hecho, puede ser muy especial: unas chocolate chip cookies (razón por la cual mi marido me amo…más que de costumbre).

Como mi abuela me enseño, en la cocina se puede meter toda la creatividad que una quiera, pero cuando de repostería se trata, más vale seguir algunas normas básicas, y así fue, busque entre mis libros recetas de cookies…pero no me convencían las proporciones. Busque en la web (bendito recurso) y encontré una que me gusto, les paso el vínculo: http://www.popularcookierecipes.com/Chocolatechip.html

Los ingredientes eran  3/4 de taza de azúcar; 3/4 taza de azucar negra (la de fantasía, que se compra en el super, a mi me parece una truchada, así que en casa nunca hay); 1 taza de manteca a temperatura ambiente (en casa sólo tenia poco mas de medio pan de 100, mas o menos 1/3 de taza); 2 huevos batidos; 1 cucharada de te de extracto natural de vainilla (tengo siempre, juro que se me había acabado la noche anterior, por alguna razón antojada con leche caliente con vainilla);  2 1/4 tazas de harina 0000; 1 cucharada de te de bicarbonato de sodio,  3/4 de cucharada de te de sal, y 2 tazas de chocolate semi-amargo en chips o trozos.

Como mencioné antes, no estaba dispuesta a salir de casa y, como leyeron,  varias cosas me faltaban. ¡Por suerte el ingrediente fundamental, el chocolate, en casa nunca falta! En fin,  me puse manos a la obra para pensar reemplazos. Lo primero era pasar la receta a la mitad. Tip, una cosa es hacer reemplazos y aggiornar una receta, pero 1/3 de taza de manteca jamás puede reemplazar a 1 taza. Si paso la receta a la mitad ya estamos hablando de 1/2 taza de manteca, y con un retoque aquí y allá, magia, 1/3 de taza hace de media. También tenía que reempalazar el azucar negra, podía poner mas azúcar común, pero iba a faltar la melosidad, sumado a la escasez de manteca…Pero, voila, me acorde que tenía miel del valle, bien rica, esa miel cremosa…La miel me iba a reemplazar parte del dulzor y melaza del azucar negra, pero a la vez iba a aportar algo de lo cremoso y chirle de la manteca. Ya estaba todo resuelto!

Batí un huevo y lo deje aparte. Puse 1y ¼ taza d harina en un bowl, le agregué  1/2 taza de azucar, ½ cucharada de bicarbonato y ½ de sal (me gusta ese dejo saladito bien marcado, realza mucho el sabor). Como no tenía esencia de vainilla se me ocurrió que 1/2 cucharadita de canela podía quedar muy bien, así fue! En otro bowl calenté al microondas (unos pocos segundos, para drertir nomás) lo que tenía de manteca junto a dos cucharadas soperas, bien colmadas, de miel.  Fui incorporando los ingredientes líquidos (huevo, manteca, miel) al bowl de los secos (harina, etc), y mezclando hasta obtener una masa chirle y firme a la vez. Recién ahí, incorporé una taza bien llena de pedazos de chocolate, esos de águila bien amargos, 60% cacao. Ojo que hay que mezclar con mucha fuerza.

Prendí el horno en máximo. Mientras tanto sobre una asadera puse mi placa de silicona (un gran invento que evita andar enmantecando por la vida), y con una cuchara de te fui poniendo montoncitos de masa, yo diría máximo 12 por tanda, bien separados unos de otros, mas o menos 5 cm, porque la manteca va a hacer que la masa se derrita y ¡se nos pueden pegar las cookies entre si! Los ponemos en el hrono, apenas unos minutitos, 4 maso, tiene que haberse dorado un poquitín por abajo. No podemos sacarlas de la asadera por un ratito, porque van a estar muuy blanditas. Esperamos 5 minutos, y ya las podemos pasar a un plato, soplar y probarlas!

La mejor manera de conservarlas es en un tupper en la heladera, se van a poner duras, pero las sacamos un ratito antes de comerlas, que tomen temperatura ambiente, y se ponen perfectas. Acompañadas de un café cargado o un chai…¡definitivamente un sabor de domingo lluvioso y frió!

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